Ser escritor y narrador oral es un raro privilegio. Ganarse la vida -en todos los sentidos de la expresión- con la palabra, implica estar en movimiento e impone un perpetuo aprendizaje.
El oficio permite atestiguar en cada sitio que se visita cómo funcionan las relaciones sociales, políticas y económicas que atraviesan un hecho cultural.
Dentro y fuera del país (especialmente en los despiadados tiempos que corren) cada evento significa oportunidad de supervivencia y ocasión de diagnóstico.
Resulta profundamente halagador y estimulante ser invitado a una verdadera fiesta de la educación, el arte y las letras, y comprobar que todo está bien hecho:
Son esas convocatorias donde a cada paso uno recobra la fe en la naturaleza humana, en la dignidad, en el nivel y profesionalismo de artistas, hacedores y administradores, y recibe la hospitalidad de las comunidades donde estos prodigios suceden.
En tiempos de ajuste, desguace, individualismo y banalidad, es imprescindible defender este tipo de espacios, impulsados por colectivos como el de l@s bibliotecari@s, y apoyados con inteligencia y sensibilidad por administraciones municipales que representan a los vecinos en serio.
Aquí compartimos el caso de la localidad de Benito Juárez, provincia de Buenos Aires, Argentina, y su hermosa Feria del Libro, con un somero registro en imágenes y palabras.
Caminar las calles de Benito Juárez es verse en un espejo de tiempo: se llama identidad cultural. |
Palacio comunal. El intendente Julio César Marini y el director de Educación y Cultura Roberto Latorre, caras visibles de un equipo que respaldó el desarrollo de toda la Feria, incluso el Día del Trabajador Municipal. |
Con Mary Vázquez, 'alma mater' infatigable, y parte de otro gran equipo, el que 'le puso el cuerpo' y la vocación hacedora a esta formidable convocatoria. Mary nos acompañó desde semanas antes hasta muchas horas después. ¡Gracias! |
Sseguramente todos los gestores de este prodigio
(tal vez uno de tantos en el calendario sociocultural de Juárez)
ya estén abocados a diagnosticar yerros y aciertos,
y hallarán poco que corregir. Tal vez un tema sería reconsiderar
hora, fecha y sede, irreprochables si se miran por separado,
pero que juntas no se ayudaron para una convocatoria rotundamente masiva,
como tamaña realización merece.
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Dos gratísimas experiencias: el dictado de la 'Clínica de Microficción' (un taller intensivo de escritura de cuentos breves) y la 'Trova literaria' (rueda de narración oral de historias propias). |
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